jueves, 24 de mayo de 2012

JP Morgan: El canario en la mina



Durante siglos, el canario sirvió de instrumento para la detección de gases venenosos en las minas de carbón, su canto era signo de vida para los mineros. Hoy es solo una metáfora aplicada a menudo en el mundo financiero como sinónimo de advertencia de peligro inminente.

Como el canario en la mina de carbón ha sido visto el escándalo de las pérdidas de 2300 millones de dólares del banco JP Morgan Chase – apenas comentado en los medios españoles - porque una vez más se ha puesto de manifiesto la amenaza destructiva de los trader o agentes-comisionistas con sus enormes operaciones especulativas de alto riesgo. Y los riesgos corridos por este banco global, han podido poner en peligro su misma estructura y el sistema mundial. Porque JP Morgan es un banco de 2,5 billones (trillion) de dólares, en torno a un 20 % de la economía de los EEUU (PIB). Y si cayera sería un shock para la economía mundial mayor que el colapso de Lehman Brothers; y por tanto tendría que ser protegido por la Reserva Federal. Es el típico ejemplo de banco “demasiado grande para dejarle quebrar” (too big to fail). Es la dimensión a que aspira alcanzar cualquier gran banco de modo que al representar un riesgo para todo el sistema tiene garantizado su rescate por el Estado norteamericano o por los Estados más afectados. Un problema serio que el G-20 renunció a resolver y que es una amenaza permanente.

A los irritados accionistas reunidos en Tampa (Florida),  Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan confesó que esas pérdidas eran el resultado de un “error mayúsculo” del banco. Otras informaciones señalan que uno de sus veteranos expertos en la Oficina principal de inversión en la City londinense habría “invertido” hasta 250,000 millones de euros con las apuestas conocidas como derivados de crédito, los CDS, siguiendo una “estrategia de protección”; es decir,  para “asegurarse” frente a los riesgos de pérdidas en sus operaciones especulativas con bonos soberanos europeos y con bonos corporativos. El típico producto financiero que está sirviendo a los especuladores para apostar por el rescate de la economía española.

A JP Morgan se le atribuye la invención de los CDS, crédit default swaps, aprovechando el hundimiento del Exxon Valdés, como  relatamos en el libro El Casino que nos gobierna. Que ante todo son un instrumento para diseminar el riesgo de las operaciones bancarias entre los demás operadores de los mercados financieros; el fin último de estos falsos seguros de crédito. El episodio citado, al parecer, muestra que la tarea encomendada a su oficina de la City es asegurar los riesgos que corre JP Morgan en los mercados de los bonos. Es decir, intervenir en un mercado parasitario en el que se vende o se compra la probabilidad de que un bono soberano o de empresa vaya a perder el rating o su valor actual en el mercado. Según se ha contado, dos hedge funds o fondos especulativos, dos tiburones, tuvieron noticia de las operaciones de JP Morgan y especularon a su vez en su contra obteniendo ganancias millonarias a costa del primer banco estadounidense.

Un aspecto destacado en la prensa estadounidense, es que Jamie Dimon, prototipo de la arrogancia de Wall Street, se ha venido destacando por su combate abierto contra la reforma financiera de Obama. Una labor ejercida con eficacia por los lobbys de Wall Street contra la pretensión de limitar la dimensión de la especulación bancaria en los mercados financieros, recogida de  modo aguado en la Ley Dodd -Frank del verano de 2010; y que hasta la fecha no ha logrado plasmarse en normas reglamentarias, precisamente por la presión de estos lobbys. A pesar de que esta propuesta tenía el patrocinio del veterano ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, que goza de un gran respeto y prestigio en los EEUU por sus veinte años al frente de este Banco central; y al que acudió Obama en busca de apoyo.

Para colmo, este escándalo ha sacado a la luz la imbricación de la gran banca con las autoridades estadounidenses, porque Dimon es miembro del consejo de la Reserva Federal de Nueva York, un organismo supervisor de las actividades bancarias. Y ha motivado que varias voces se hayan alzado para pedir su dimisión de tal cargo. Una petición reiterada en un largo comentario del periódico digital The Huffington Post, Simon Johnson, profesor del MIT y ex economista jefe del FMI, que días antes se refería los hechos reseñados con la metáfora del canario en la mina en una entrevista de Common Dreams.org del 17 de mayo; en la que insistía en que la gente tiene que entender el vínculo entre lo que hacen los bancos y los problemas de los déficit públicos, lamentándose de que muchos ciudadanos ilustrados se empeñen en ver todo esto como muy complicado y se desentiendan de los detalles, mientras juegan con nuestras vidas cotidianas un puñado de poderosos banqueros que logran privatizar los beneficios y socializar las pérdidas, sometiendo a los gobernantes a los dictados de “los mercados”.-